Peregrinación a Roma y el combate doctrinal

El año jubilar, Monseñor Fellay decide llevar la Fraternidad a venerar a los Apóstoles en Roma y mostrar así nuestra adhesión al centro de la catolicidad, el papado, así como nuestro rechazo a dejarnos encajonar en una actitud supuestamente cismática.

Es así como más de 5,000 personas –¡un récord para el Año santo!– fueron a peregrinar, en pleno mes de agosto, a las Basílicas mayores. Un titular de un periódico decía: "¡Cinco mil excomulgados en la Basílica de San Pedro!" subrayando mediante esta gentil ironía un aspecto notorio de esta crisis: aquellos que buscan conservar la fe y que luchan contra los enemigos del catolicismo son segregados ​​de la Iglesia.

"Contactos" con Roma

Impresionado favorablemente por esta demostración de catolicidad, el Cardenal Castrillón Hoyos, Prefecto de la Congregación para el Clero, recientemente colocado a la cabeza de la Comisión Ecclesia Dei, aprovecha la ocasión para establecer algunos "contactos" más cercanos. Se anticipa una solución, sin embargo no se propone ninguna en concreto. Pero, nuevamente, la comprensión por parte de los miembros de la jerarquía, con respecto a la Tradición, muestra límites claros. Todavía tienen los ojos bien cerrados con relación a la profundidad y el origen de la terrible crisis que sacude a la Iglesia desde hace ya cuarenta años.

Al igual que Mons. Lefebvre, el Superior General debe recordar que el momento de una plena colaboración no ha llegado aún, y que toda búsqueda de un acuerdo puramente práctico (un estatuto jurídico en el seno de la Iglesia conciliar) está condenada al fracaso. En cambio, aprovechando la ocasión, Mons. Fellay orienta el debate hacia el meollo del asunto, es decir, hacia las cuestiones doctrinales. Conforme al deseo que Mons. Lefebvre manifestó poco antes de su muerte, si la Tradición debe reanudar el diálogo con las autoridades romanas, en adelante esto no puede ser sino sobre los problemas doctrinales. De antemano, Mons. Fellay pide dos señales de aplacamiento, susceptibles de mostrar que algo finalmente ha cambiado en el Vaticano. Pide la liberalización de la Misa tradicional para todos los sacerdotes católicos y el levantamiento de las censuras injustas que pesan sobre los obispos supuestamente excomulgados desde 1988, y que son como una marca de infamia lanzada a la faz de la Iglesia de siempre. En el año 2000, la Fraternidad alcanza el número de 400 sacerdotes, a los cuales se agregan los cuatro obispos.

El combate doctrinal: El problema de la reforma litúrgica

Desde el comienzo de su combate por la fe, Mons. Lefebvre había justificado y explicado, mediante conferencias, artículos y libros, las razones de su actitud. Después de eso no había cesado de denunciar el mal y de proponer los remedios para curar la llaga abierta por el reciente concilio. Numerosos autores, tanto eclesiásticos como laicos, también han puesto su inteligencia y su pluma al servicio de la defensa de la fe desde el inicio del desastre. Sería demasiado largo citar a todos. Con el fin de continuar con esta acción tan necesaria, la Fraternidad ha fundado órganos de prensa, organizado coloquios y congresos y mantenido revistas, sin contar todas las publicaciones destinadas a la formación catequística y doctrinal de los fieles.

Desde hace algunos años los trabajos y las publicaciones profundizan en el análisis de las causas y de las consecuencias del espíritu y de la carta conciliar. En 2001, la Fraternidad publica una obra sobre la reforma litúrgica, la Novus Ordo Missae, que renueva las críticas hechas a este rito neoprotestante. Dirigida al Santo Padre y a varios cardenales, así como a numerosos obispos, al día de hoy no ha recibido ninguna refutación seria.

Del ecumenismo a la apostasía silenciosa

En enero de 2004, Mons. Fellay y sus dos Asistentes (el Padre Schmidberger y Mons. de Galarreta), a los cuales se asocian los otros dos obispos (Mons. Tissier de Mallerais y Mons. Williamson) envían a todos los cardenales una carta sobre el desastre ecuménico que acompaña un documento titulado: Del ecumenismo a la apostasía silenciosa – 25 años de pontificado. Este documento estaba originalmente destinado a ser entregado al Papa, con motivo de su jubileo. Pero su estado de salud llevó al Superior General a dirigirlo a los cardenales. Mons. Fellay presenta el documento durante una conferencia de prensa en Roma, seguida con mucha atención por unos cuarenta vaticanistas, el 2 de febrero de 2004.

Una vez más, la rigurosa demostración a la fecha no ha recibido ninguna respuesta seria y mucho menos una refutación. Sin embargo, el asunto es capital: si se puede diagnosticar una "apostasía silenciosa", particularmente en Europa, según las palabras mismas del Soberano Pontífice, ésta debe tener una causa. Desde luego, no es única, pero no es difícil comprender que el ecumenismo, tal como se concibe y se practica actualmente, engendra inevitablemente un indiferentismo que lleva precisamente a esta apostasía.