Monseñor Lefebvre y la Fraternidad
Mons. Lefebvre continúa siendo consultor de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe (lo hará hasta 1972) y vive retirado en Roma, en la calle Casalmonferrato, cerca de la Via Tuscolana. Recibe la visita de jóvenes desamparados, deseosos de recibir una formación sacerdotal conforme a la Tradición de la Iglesia. Él los orienta hacia la Universidad de Friburgo en Suiza, cuya enseñanza continúa siendo la correcta. Es así como el 13 de octubre de 1969 abre una "Residencia Internacional San Pío X" con el apoyo del Obispo del lugar, Mons. François Charrière.
Deseoso de introducir un año de espiritualidad antes de abordar los estudios propiamente eclesiásticos, Mons. Lefebvre adquiere al año siguiente un terreno en Écône, en Valais. Antigua propiedad de los Canónigos del Gran San Bernardo, esta casa abre sus puertas el 1° de octubre de 1970, con la autorización del Obispo local, Mons. Nestor Adam.
Un mes más tarde, el 1° de noviembre de 1970, nace oficialmente la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, aprobada y erigida por Mons. Charrière, Obispo de Ginebra, Lausana y Friburgo. El 18 de febrero de 1971, la obra se hace objeto de un decreto de alabanzas por parte del Prefecto de la Sagrada Congregación para el Clero, el Cardenal Wright.
Al rechazar Mons. Lefebvre las reformas conciliares, en particular la nueva misa promulgada por Pablo VI, los candidatos afluyen al seminario y surgen las primeras tensiones, sobre todo con los Obispos franceses, que creen poder denunciar un "seminario disidente", a pesar de todas las aprobaciones de las que goza la Fraternidad.
En 1973, con la ayuda de su hermana, la Madre María Gabriel, Religiosa del Espíritu Santo, Mons. Lefebvre funda la sociedad de las Hermanas de la Fraternidad San Pío X para recibir a las jóvenes deseosas de consagrarse a Dios. Pronto se erige una rama de Hermanos de la Fraternidad, así como la de las Hermanas Oblatas.
El 21 de noviembre de 1974, luego de la visita del seminario, Mons. Lefebvre hace pública una declaración en la que proclama:
Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para mantener esta fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. En cambio, nos rehusamos y siempre nos hemos rehusado a seguir la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de él surgieron."
El 6 de mayo de 1975, el sucesor de Mons. Charrière retira la aprobación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Mons. Lefebvre intenta en vano apelar la decisión. Al año siguiente, el 1° de julio de 1976, es declarado suspendido a divinis por el Papa Pablo VI, por haber continuado ordenando Sacerdotes. El verano ve cómo la resistencia a la "autodemolición de la Iglesia" adquiere una importancia mundial.
Mons. Lefebvre alberga muchas esperanzas en la elección de un nuevo Papa en la persona de Juan Pablo II, el 16 de octubre de 1978. Éste lo recibe en audiencia menos de un mes más tarde, el 18 de noviembre de 1978. Las discusiones doctrinales con el Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, no conducirán a nada.
En 1982 Mons. Lefebvre abandona el cargo de Superior General, que confía al Rev. Padre Franz Schmidberger.
El 21 de noviembre de 1983, Mons. Lefebvre publica con Monseñor de Castro Mayer, Obispo de Campos en Brasil, un manifiesto episcopal en el que denuncia "los principales errores de la eclesiología conciliar": concepción latitudinarista y ecuménica de la Iglesia; gobierno colegial y democrático; falsos derechos naturales del Hombre; concepción errónea del poder del Papa; concepción protestante de la Misa; libre difusión de los errores y de las herejías. Los dos Obispos concluyen su llamado con estas palabras: "Es hora de que la Iglesia recupere su libertad para traer consigo el Reino de Nuestro Señor Jesucristo y el Reino de María sin preocuparse de sus enemigos."
Dos años más tarde, Mons. Lefebvre escribe a los Cardenales para protestar contra la celebración de la asamblea interreligiosa de Asís (el 27 de octubre de 1986). En 1987 la respuesta de las autoridades romanas a las dudas sobre la nueva doctrina de la libertad religiosa lo convence de la gravedad de los principios liberales que guían la Santa Sede a partir de entonces. A pesar de una tentativa de obtener un reconocimiento canónico en 1987-1988, y frente a la insuficiencia de garantías propuestas por Roma para asegurar la perennidad de su obra sacerdotal, Mons. Lefebvre consagra cuatro Obispos en Écône el 30 de junio de 1988.
Enfermo, muere el 25 de marzo de 1991 en el Hospital de Martigny. Es enterrado solemnemente en Écône el 2 de abril, donde descansa en el panteón del seminario.
Según su deseo, sobre su tumba se escribieron las palabras de San Pablo: "Tradidi quod et accepi" (1 Cor. 11, 23), "Transmití lo que recibí".