La fundación

Desde los años del Concilio, Monseñor Lefebvre, entonces Superior General de la Congregación de los Padres del Espíritu Santo, recibía llamadas angustiadas por parte de seminaristas desamparados. En efecto, la degradación de la formación sacerdotal se hacía ya sentir un poco en todas partes.

Monseñor comenzó por dirigir a aquellos seminaristas hacia seminarios o universidades que él consideraba más "tradicionales". Desgraciadamente, la revolución conciliar parecía deber arrasar con todo: por todas partes colgaban los hábitos, se abandonaban los ejercicios de piedad, la oración, el rosario, la devoción a la Santísima Virgen y a los santos.

La enseñanza de la fe estaba siendo saqueada, los métodos nuevos daban al traste con el pasado, con la filosofía perenne así como con el magisterio constante de la Iglesia, la Liturgia divina daba paso a las experiencias más diversas y menos sagradas. Ante la constatación del fracaso de las soluciones de espera –como el Seminario francés de Roma o la Pontificia Universidad Lateranense–, Mons. Lefebvre pronto se encontró libre de toda función, después de haber sido orillado a renunciar a su cargo, en 1968. Al ser un obispo jubilado a los 63 años de edad, decide entonces, como impulsado por la Providencia, abrir él mismo una casa para formar sacerdotes en Friburgo, Suiza. Estamos en octubre de 1969 y la casa en la calle Route de la Vignettaz ve llamar a su puerta a los primeros seminaristas que solicitan una formación espiritual verdaderamente católica. Al mismo tiempo, siguen los cursos de la Universidad católica.

Año crucial

1969-1970: Es el año crucial para la Iglesia, a la que se le impone la nueva misa. En Friburgo los comienzos son difíciles: Mons. Lefebvre cae enfermo y varios seminaristas se marchan. En la misma época, en Valais, un grupo de fervientes católicos compra la casa y el terreno de Écône puestos en venta por los canónigos del Gran San Bernardo. Su objetivo es salvar los edificios de un uso profano, ya que tienen la firme esperanza de conservar la propiedad para un propósito religioso. Pronto la donan a Monseñor Lefebvre, quien decide, en un principio, instalar ahí el año preparatorio o de espiritualidad que quiere instituir antes de los estudios de filosofía y de teología. Es así como al reanudar las clases en 1970, once seminaristas de primer año entran en Écône, mientras que los anteriores se van a Friburgo para continuar ahí su formación.

Sobre todo, el 7 de noviembre de 1970, Monseñor Lefebvre anuncia con orgullo a sus seminaristas la fundación oficial de la "Fraternidad Sacerdotal San Pío X" en la diócesis de Friburgo, por Su Excelencia Mons. François Charrière. El acto se firmó el 1° de noviembre de 1970, fiesta de Todos los Santos. La Iglesia católica reconocía así la fundación de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. El 18 de febrero de 1971, el Cardenal Prefecto de la Congregación para el Clero escribió una carta de elogio por la obra realizada. Al contar con el reconocimiento y la bendición de la Iglesia, la Fraternidad San Pío X parecía estar destinada a un futuro prometedor y sereno.

La expansión y las primeras dificultades

En junio de 1971 Monseñor Lefebvre bendijo la primera piedra del edificio de San Pío X en Écône, para albergar a los seminaristas, en adelante demasiado numerosos para las instalaciones existentes.

El apostolado de estos inicios es aún muy limitado: hacia 1972, la Fraternidad no ejerce el ministerio sino en Gran Bretaña y en California, así como en Francia, donde asegura la capellanía de una modesta escuela para niñas.

Pero, en diciembre de 1972, se lanza desde Francia una campaña de prensa contra Écône. Ciertos obispos se molestan de ver partir a los jóvenes hacia lo que ellos no quieren considerar sino un "seminario salvaje".

En 1973, se abre una nueva casa en Armada (Michigan), para acoger el seminario norteamericano. Luego, en 1974, viene la adquisición de un antiguo noviciado de los Hermanos del Sagrado Corazón en Albano Laziale, a las puertas de Roma.